Setas y robellones un recurso que debe respetarse


Con la llegada del otoño, si el clima ha sido favorable, empieza la temporada de las setas. En las muchas zonas de España donde se recoleccionan, constituyen una importante parte de la economía de las familias de las pequeñas poblaciones productoras.

En el mes de Septiembre, con temperaturas aún altas y con un alto grado de humedad en la atmósfera, empieza la temporada de la recogida de las setas de cardo y robellón, entre otras, temporada que se alarga hasta bien entrado el mes de Noviembre, dependiendo de la temperatura y la climatología.

Las personas que se dedican a la recogida de las setas tienen diferentes motivaciones. Unos lo hacen como una fuente de ingresos, los residentes en la zona, que complementa la economía familiar generalmente del sector primario. Para otros, en cambio, la recolección y consumo supone una sana afición además de un aceptable pasatiempo.

Los hongos suponen un mundo aparte, existiendo multitud de especies, desde las microscópicas hasta las de gran tamaño.

Las setas con su forma de sombrilla, no son más que el fruto del llamado "micelio", que se desarrolla en el sustrato y en muchos casos es perenne.

La seta nace a partir de una espora que al crecer forma el micelio, que con las condiciones ambientales adecuadas hace surgir los órganos de producción de esporas, que es la parte que se recolecciona de las setas.

En nuestra zona las especies más buscadas son la seta de cardo y los robellones.

El robellón, también llamado "níscalo", se denomina científicamente "Lactarius Deliciosus". Tiene un amplio sombrero y un pie, por lo general, corto, su color es anaranjado y es muy frecuente en pinares de montaña. En Aragón se recogen grandes cantidades en el Pirineo y la Cordillera Ibérica.

En nuestra localidad existe una gran extensión de pinares donde se puede encontrar este hongo.

Durante la época de la recolección se crean unos mercados de compra donde se maneja un volumen de dinero considerable. Pero la riqueza no está en la venta de los ejemplares recogidos del pinar, sino en la comercialización de los mismos, su manipulación, distribución, envasado, congelado, etc.

Una buena inversión en las zonas de recolección sería el articular los medios que permitieran la transformación de los hongos en el lugar de origen, ya que los recursos generados podrían activar la economía de las zonas donde la actividad está en clara recesión.

También se debería estudiar la posibilidad de creación de viveros, para asegurar la producción aún en el caso de que las condiciones ambientales necesarias para el desarrollo de los hongos, no fueran favorables algún año.

Además del valor económico que suponen los hongos, existe también un gran valor ecológico, ya que cumplen una función esencial en el equilibrio biológico actuando como descomponedores y recicladores de los nutrientes en los ecosistemas donde se desarrollan. Los hongos segregan unas enzimas que disuelven la materia orgánica y por ello es fácil encontrarlos entre materia orgánica en descomposición.

Todos conocemos por experiencia propia, como queda el monte tras el paso de los buscadores a lo largo de la temporada. Generalmente se tiene muy poco cuidado en la recogida de las setas y el pinar queda literalmente "labrado" y lleno de basura, además de destruido todo tipo de hongo, que por desconocimiento, no es recogido para el consumo.

Las setas, en general, son un recurso natural que se renueva por sí mismo y que para que no peligre su existencia hay que guardar unas reglas en su recogida, con el fin de que puedan volver a crecer en otras temporadas.

En general son los visitantes sin ninguna relación con la localidad, los que con sus instrumentos, verdaderamente diabólicos, arrasan el monte llevándose todo lo que pueden, y el resultado que se produce es que luego se necesitan de varias temporadas para que se restaure el equilibrio necesario.

Son particularmente dañinos los rastrillos que remueven la capa de hojas del suelo y que destruyen los "micelios" y por consiguiente ya no vuelve a crecer la parte que es recolectable.

Además de las condiciones ambientales ya conocidas, es necesario para que las setas crezcan cada temporada, el cuidado del monte y que queden suficientes ejemplares sin recoger para la formación de esporas que posibiliten el crecimiento de "micelios".

Unas normas elementales y que pueden asegurar que vuelven a surgir nuevos hongos en temporadas venideras son la que expongo a continuación:

* Remover lo menos posible el manto de hojas para no dañar los "micelios", ya que son los encargados de proporcionar nuevos hongos para la recolección.

* No destrozar aquellas especies de hongos que no van a ser recolectadas, ya que tienen una función ambiental y ecológica importante.

* Es conveniente que los ejemplares que se encuentren en plena madurez se dejen en el monte para que puedan liberar sus esporas a partir de las cuales se crearán nuevos "micelios".

* No utilización de instrumentos que puedan dañar el equilibrio de los hongos, tales como rastrillos; un cuchillo es más que suficiente para recoger los hongos.

Habida cuenta de que los visitantes que vienen a nuestros pinares, no van ha guardar estas normas, es de nuestra responsabilidad el cuidar para que se respeten, adoptando las medidas que se crean oportunas en cada momento y realizando una labor de educación en aquellas personas, que por desconocimiento, no conocen la importancia de respetar el monte.


LOS ENVENENAMIENTOS.

Son numerosos los envenenamientos que ocurren por la ingestión de setas que no son aptas para el consumo. Generalmente es debido al desconocimiento y a las confusiones de las setas comestibles con las venenosas.

Los métodos que tradicionalmente se utilizan para saber si un hongo es comestible, normalmente no son suficientemente fiables para asegurarnos que no nos va a ocurrir nada.

Uno de estos métodos es ver si la seta ennegrece un objeto de plata, si esto ocurre no quiere decir que contengan sustancias venenosas, ni al contrario, solamente nos certifica que tiene sustancias sulfatadas que ennegrecen la plata.

Tampoco podemos confiar en las setas que son comidas por los animales, pues pueden contener sustancias tóxicas para el hombre que no lo son para los animales.

En general, el mejor método es acudir a un experto que nos certifique que es comestible, en el caso de que no podamos contar con este consejo, lo recomendable es que no comamos un hongo que no conozcamos y sepamos que es comestible, ante cualquier duda es mejor no consumirlos.


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